
En la segunda parte de la larga entrevista, Karjakin cuenta de ajedrecistas y coches (algunos van en Jaguar o Porsche Carrera y otros no tienen ni carnet de conducir), de Viktor Korchnoi y de Spassky, de «la torre loca», de los pasatiempos de sus colegas y de sus propias manías (no aguanta el sonido de rotulador sobre papel) y concluye con la frase: «El ajedrez me ha convertido en una persona feliz».
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