

por Albin Pötzsch
Bent Larsen consiguió uno de sus mayores triunfos en el torneo de Palma de Mallorca en 1969, donde dejó tras de sí la élite soviética con el nuevo campeón del mundo Boris Spassky y el ex campeón del mundo Tigran Petrosian y Victor Korchnoi como ganador del año anterior.
El inicio no fue un camino de rosas precisamente.
Después de ese mal comienzo con dos puntos en cinco partidas, pero con una voluntad indomable se lanzó al ruedo y derrotó en las próximas rondas a los grandes calibres como Korchnoi, Unzicker, Panno y Najdorf.
Luego vino la ominosa ronda Nº 13. Larsen tuvo que jugar con las piezas negras contra el héroe local Arturo Pomar, que había sido declarado en sus primeros años como un niño prodigio español y que había llevado al borde de la derrota, solamente con trece años de edad, al campeón mundial Alexander Alekhine.
Cuando Arturo Pomar había tomado asiento, lanzó a su oponente una mirada muy significativa, sacó una pequeña estampa de la Virgen y la puso junto al tablero.
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